sábado, 28 de junio de 2008

La libertad de elegir cómo enfrentar lo que nos ocurre

Rubén Turienzo escribe un blog que se llama "TH!INK AND CO La grandeza de las ideas simples". Llegué a él siguiendo la pista a su libro "Los tacones de oz", sobre el que había escuchado buenas críticas. Lo tengo en mi lista de lecturas pendientes así que tendré oportunidad de comentarlo en otro momento. En esta ocasión voy a reproducir un cuento que aparece en su última entrada. Un cuento sobre la profunda libertad del ser humano de elegir cómo enfrentarse a lo que le ocurre, una tesis que no puedo dejar de identificar con Victor Frankl, autor de "El hombre en busca de destino".

"Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias, y las colocó en un bol. Sacó los huevos, y los colocó en otro bol. Coló el café y lo puso en un tercer bol. Mirando a su hija le dijo: - "Querida, ¿qué ves?" - "Zanahorias, huevos y café” fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego, le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Tras quitarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: -"¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo, eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.-"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija.

"Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una
zanahoria, un huevo o un grano de café?"

1 comentario:

Rubén Turienzo dijo...

Muchísimas gracias Enrique por tan fabulosa referencia. Espero que cuando viajes hacia Oz subido en los tacones de Dorothy lo pases tan bien como yo al escribirlo.

Espero atentamente tu opinión, ya que seguro me hará crecer como profesional y como persona.

Gracias de nuevo por todo.