sábado, 27 de septiembre de 2014

El arte de saber escuchar

En las jugosas conversaciones que cada cierto tiempo comparto en Tarragona con Enric Brull, surgió en varias ocasiones el nombre de Francesc Torralba. Valoro mucho la opinión de Enric, así que tenía en mi lista de tareas pendientes acercarme a este Doctor en filosofía y teología, profesor en la Universidad Ramon Llull. Finamente, entre sus múltiples publicaciones he elegido ésta para acercarme a él: el arte de saber escuchar. Ya he comentado en otras ocasiones el papel esencial que tienen las conversaciones en cualquier esfera de la vida. Ahora estoy centrado en esas conversaciones que llamamos difíciles. En todas ellas, el saber escuchar adecuadamente se convierte en piedra angular de su desarrollo y del resultado que se acaba obteniendo.

El planteamiento que realiza del tema Torralba no se aleja de los elementos esenciales que podemos encontrar en otros enfoques. Sin embargo, tanto su estilo, su forma de plantear los argumentos; como su perspectiva, resultan sugerentes y acentúan aspectos sobre los que merece la pena reflexionar.

Así, por ejemplo, comienza subrayando la diferencia entre escuchar y oír: "Escuchar es un acto consciente, voluntario, que tiene como propósito comprender al otro. En esencia, es un acto libre. (...) Oír es un acto involuntario". Oímos aunque no queramos, el sonido entra por nuestros oídos. Sin embargo, "la escucha no es jamás un acto caprichoso ni resignado. Es la respuesta a una búsqueda. No escuchamos por casualidad. Escuchamos porque, previamente, hemos deseado escuchar".

Otras ideas importantes que nos plantea para entender el significado profundo de la escucha son:
- "Escuchar (auscultare, en latín) es, según la etimología de la palabra, oír con delicadeza y atención".
- "Es atender y entender las razones del otro, sin alterarlas ni manipularlas".
- "Cuando escuchamos con profundidad, intentamos comprender las razones del otro, el hilo conductor que atraviesa su razonamiento. Naturalmente, esto no significa compartirlo, pero sí implica esforzarse para comprender por qué dice lo que dice.
"Escuchar es buscar la verdad del otro, tenerla en cuenta".

Tras clarificar el concepto de escucha, Torralba desgrana las condiciones necesarias para que pueda ser efectiva. Así nos va hablando de:
  • La necesidad de depurar previamente los prejuicios que nos hacen tener una determinada imagen de la otra persona. Para escuchar, para acercarnos a "la verdad del otro" tenemos que instalarnos en la duda respecto a nuestras ideas previas. En la medida en que la conversación interna que mantenemos, nutrida con esos prejuicios, tiene un volumen elevado no nos dejará escuchar lo que la otra persona nos dice y, mucho menos, entender lo que nos quiere decir.
  • Escuchar requiere tomarse un tiempo. Tiempo para que pueda fluir adecuadamente la conversación, tiempo para volver a intentarlo cuando la conversación fracasa. Pero tiempo también para respetar los tiempos de la conversación: el momento para expresarse, el momento para comprender (no solo las palabras del otro sino "el paisaje que se oculta detrás de las palabras") y el momento para responder.
  • Desinflar el ego. Escuchar "consiste en silenciar las propias voces, para que la voz del otro resuene dentro de la interioridad propia. (...) Escuchar es un acto de hospitalidad. (...) Escuchar es acoger, dar tiempo y espacio al otro, hacer un hueco en el que quepa".
  • Crear silencio, fuera y dentro.
  • Discernir, "separar correctamente los elementos que integran el mensaje del otro".
Nos plantea más adelante cómo "la comprensión exige necesariamente la escucha, pero la escucha está lejos de garantizar la comprensión. Comprender (...) exige un trabajo intelectual de descodificación de signos y de concentración en el discurso del otro". "Al comprender, se llega a entender lo que el otro dice, el porqué de que lo diga y el lugar desde el que lo dice".

Interesante también su "alegato contra el griterío", muy oportuno en una sociedad llena de "ruido", de supuestas conversaciones que son lo más parecido a una "jaula de grillos". "El griterío es la expresión amorfa de la multitud, de la masa amontonada. La palabra, en cambio, es la manifestación de la singularidad, de alguien que se posiciona ante el mundo y los demás, y que expresa valientemente su ser: el griterío es el resultado no deseado de una yuxtaposición caótica de voces que se superponen simultáneamente". Una buen descripción de muchas de las tertulias que pueblan nuestros medios audiovisuales.

Una idea final que me gustaría destacar en este libro ameno e interesante sobre el arte de la escucha: "A veces nos da miedo escuchar y preferimos hacer oídos sordos, porque suponemos que lo que el otro nos va a decir comportará una profunda alteración de nuestro sistema de vida y nuestra armonía emocional. (...) Tememos escuchar, porque tememos hurgar en nuestros propios errores".


En otras ocasiones he abordado el tema de la escucha en este blog:


sábado, 20 de septiembre de 2014

Las meigas y las conversaciones difíciles

Meiga es el nombre que se daba en Galicia a las brujas o hechiceras. Los gallegos tienen un dicho al respecto: "Existir non existen, mais habelas hailas". Me ha venido esto a la cabeza en el proceso de elaboración del libro sobre las conversaciones difíciles en el que estoy inmerso.

Os preguntaréis, con razón, cuál es la conexión entre una cosa y la otra. La cuestión es que no existe una definición que permita identificar una conversación difícil al margen de la persona que la tiene que mantener y de su contexto. Lo que hace que una conversación sea difícil no es su temática, sino lo que hablar de esa temática supone para la persona que la ha de mantener. Vamos que no existe una conversación "objetivamente" difícil, pero "haberlas haylas".

Elementos que podemos encontrar en una conversación que la llegan a hacer difícil son:
  • La presencia de opiniones contrapuestas.
  • El hecho de que en esa conversación haya "cosas" importantes en juego.
  • La generación de emociones intensas.
  • La presencia de miedos diversos: a romper la relación, a generar rencor, a herir al otro, a ser herido, a que nos puedan considerar malas personas,...
Los dos primeros aspectos podríamos entenderlos como más objetivos pero rápidamente vemos que hay conversaciones en las que están presentes, tanto las opiniones contrapuestas, como la importancia de lo que nos jugamos en ellas, que no las podríamos considerar como conversaciones difíciles.

Los otros dos aspectos, claramente emocionales, están directamente vinculados con la subjetividad de las personas. Puede haber conversaciones que a mi me despierten emociones intensas y miedos variados, pero que haya otras muchas personas que la misma conversación la abordan con total normalidad, o con la normalidad propia de la mayoría de las conversaciones que tenemos.

En consecuencia, lo importante es que cada uno de nosotros reflexionemos e identifiquemos cuáles con nuestras conversaciones difíciles, esas conversaciones que nos generan una tensión en el estómago sólo con pensar que deberíamos tenerlas, esas conversaciones para las que siempre encontramos una buena excusa que nos permite evitarlas,...

Así que me quedo y os dejo con esa pregunta ¿cuáles son tus conversaciones difíciles?



domingo, 7 de septiembre de 2014

Ética y literatura

Mi amiga Garbiñe Salaberría acaba de publicar un libro, resumen de su tesis doctoral, titulado "La construcción literaria de la ética. Valores y contextos sociales". En él entrecruza tres de sus pasiones: la sociología (en la que se formó), la enseñanza (en la que trabaja) y la literatura  (de la que forma parte como escritora).

Nuestros caminos se cruzaron hace ya muchos años, en la Facultad de Sociología de la Universidad de Deusto (ahora aglutinada en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas). Desde entonces hemos seguido manteniendo el hilo de la amistad. Un hilo en algunos momentos muy fino pero duradero. Desde hace ya unos años el hilo se ha fortalecido, así que no quiero ocultar que no soy un lector objetivo (si es que existe alguno de ese tipo).

Garbiñe, a partir de los 80 libros de lectura obligatoria más presentes en los centros escolares de segundo y tercer ciclo de Primaria, así como de la ESO, evidencia cómo se configura narrativamente la ética, analiza cuales son los elementos constitutivos de la ética en la narrativa y estudia su aplicación práctica en la literatura infantil y juvenil.

Como resultado de ese estudio, Garbiñe nos plantea como elementos constitutivos de la ética en la narrativa los siguientes:
  • los valores,
  • las problemáticas,
  • los sistemas de elección de valores,
  • los motivos para la acción moral,
  • las imágenes del mundo y
  • las aspiraciones éticas.
Respecto a los valores que identifica, partiendo de diferentes escalas de observación, son los siguientes:
  • Alegría
  • Amistad
  • Afán de superación o motivación de logro.
  • Autoestima.
  • Autoexigencia.
  • Autonomía personal.
  • Cooperación.
  • Diálogo.
  • Igualdad.
  • Justicia.
  • Lealtad.
  • Libertad.
  • Paz.
  • Respeto.
  • Responsabilidad.
  • Solidaridad.
  • Tolerancia.

Un libro que recomiendo a quienes trabajan en la enseñanza, a las personas interesadas en reflexionar sobre el papel que tiene la narrativa en la construcción de nuestro mundo de valores y a quienes les interese conocer cómo funciona en un contexto concreto el proceso de socialización que configura cualquier sociedad.

Termino con una cita del libro:
"La narrativa como modo de conocimiento y de construcción de la realidad posee una dimensión ética que se manifiesta en una forma de exponer la experiencia, revelando las motivaciones, sentimientos, vivencias y acciones humanas organizadas en secuencias narrativas que transcurren en contextos específicos, espacios y tiempos literariamente definidos" (pág. 54)
Un resumen de las ideas centrales del libro expresadas por la propia autora lo puedes leer aquí.